::Portada >FAUNA FUNSIONARIL >LOS BECARIOS >BECAWARSEX II

BECAWARSEX II

Las adefesio y las chicas balquiria. Una lucha brutal

Las chicas son becarias notablemente apreciadas por los viejos lobos currantiles funsionariles. Parecen darles algo de vidilla. "Carnaza nueva", "Iogurines", "Alegría pa la vista". Total, que al final, la mayor parte de becarias podrían ser hijas de los que así las aclaman.

Veamos a continuación los dos casos más típicos. Por simplificar: la becaria Taco y la Becaria Cañón

CASO DE LA BECARIA TACO

Cuando las chicas son bellas balquirias, la vida se convierte en una deliciosa aventura. Pero cuando esto no es así, pos a joderse y palante. Siempre nos quedará el fúmbol.

BecariaTaco - Fes clic aquí per veure la imatge en la seva mida original

Se trata de una adefesio con el estigma de alguna tara física, mayormente concretada en un careto que exclusivamente puede tener interés científico para descubrir los antecedentes antropológicos del hombre.
Los becarios de por sí ya molestan. Las becarias taco, adicionalmente, te joden visualmente el día.
Imaginemos que tu equipo acaba de perder el último partido de liga. Mosqueo asegurado, que unido al sobresalto de ver a primera hora del lunes, a una becaria desagradablemente parecida a un mono tililando por tu cubículo, puede constituir una experiencia más traumática que presenciar la retrasmisión en primer plano de la caida exhuberante y pastosa de un furúnculo marrón del Dinio.
Es más, apostaría a que es casi peor que la escena siguiente, en la que tras el chapoteo en las aguas fecales, aparece viscoso el nivel cero del ojete de la cueva de su Mandela, y más arriba, la sonrisa juguetona del susodicho Glamuroso. Y todo este panorama visualizado, justo cuando te ibas a meter el primer bocado de tu cena favorita.
En fin, así son las becarias taco. Gente marcada por la desgracia de un aspecto, un olor o un estilo de comportarse, que favorecen un clima adverso destinado a su negación, a su ostracismo o a su sacrificio ritual.
La visión de una TÍA FEA genera reacciones distintas si hablamos de funsionarios (tíos) y funsionarias (tías):
 
ENTRE LAS TÍAS
Despierta una compasión generalizada, solidaria, acompañada de una actitud de protección y cobijo. La mayoría de mujeres están sensibilizadas y sienten la emulsión, desde el fondo de su corazón, de ese marciano sentimiento maternal por las bestias desvalidas, en este caso, por la becaria estropicio.


ENTRE LOS TÍOS
La cuestión se radicaliza. Con la llegada al departamento funsionaril de una becaria feucha, se producen actos colectivos de compadreo vomitero al paso de la bienaventurada, que, o llevará botas de pluviometría, o bien se pringará hasta las cejas en su deambular por el largo trayecto hacia el reducto laboral que le han preparado.
Al ver el pedazo de culo de la becaria, a modo de gran tam-tam móvil, da lugar al primer pensamiento generalizado: “¡Dios qué bestia! Y menos mal que aún no debe tener críos ....”.
Al poco te empiezas a compadecer del novio o del marido, si lo tiene, visualizando el dolor del santurón en plena posición del misionero, pero al revés.
El segundo pensamiento, empieza a ser más hostil, y se relaciona con el departamento encargado de las asignaciones
-“¡Es cojonudo el tema este!. Mira que trabaja y circula peña por este Ayuntamiento, y siempre nos tiene que tocar la Chochona en vez de la Barbie. ¡kaguensós con la becaria! Y todo gracias al jefe, ¡coño!. ¿Quién le pidió que enviara a la mierda al jefe de Personal aquel funeto día en que nos llegó una circular recomendando masajear a los subordinados para mejorar la moral del departamento, como sustituto de un aumento de sueldo?.... ¡Manda huevos la niña!. La envían a un PENAL, y la directora la amnistía seguro con un : “Prouta penitencia té la criatura. ...¡Fítzat quin caretu!”
 
Lo que son los tíos de todos modos. Unos cuantos días después, se produce un fenómeno curioso respecto a la becaria taco: incluso el funsionario más anticelulítico y “estéticamente más pulidito”, acaba teniendo, aunque sea brevemente, un pensamiento casi abobinable e insufrible para su propia consciencia. Nos referimos a un pensamiento sucio y osceno, con él como protagonista, en relación al tremendo pandero de la becaria. ¡Raka!
Y es que la habrá puesto a caldo entre sus amigotes funsionarios en tropecientas ocasiones. Desde su escritorio, viéndola moverse por los cubículos, le habrá diseccionado el físico y criticado mentalmente cada poro supuroso de celulitis perceptible tras su pantalón de la talla 65. Pero xato, hablando de tíos, remitámonos a la esencia, a la simplicidad: “Un clau, es un clau, nen”.
Porque, y reconozcámoslo muchachos, detrás de cada hombre, de cada tío, hay un salido en potencia. Un ser con una idea fija taladrando monocorde nuestra corteza cerebral: sexo, sexo, sexo, y luego.....¡más sexo!.
Lo triste es que agazapado detrás de cada mente calenturienta machurrona, más que un semental insaciable, suelen proliferar escopetillas de fogeo. La intensidad testosterónica se nos va por la boca, mientras nuestro esfuerso sesuá, no dura más allá de treinta segundos rascando el cronómetro. Y en fin, ya sabemos que piensan las mujeres de tanto poderío masculino de piximirí:
-”¿Ya estááááá?....”
Pero, ¿para qué sirve una hembra de este calibre?.
El primer impulso es incinerarla al modo bonzo. Pero luego el realismo se impone, el criterio triunfa, y alternativas de utilidad se imponen por momentos.
Los usos de sus capacidades pueden ser múltiples y muy útiles.
Analicemos el caso de un departamento de atención al cliente que recluta a una becaria taco, pero taco.
A la becaria se le asignará el rol de bulldog o niña del exorcista.
Va a ser el antídoto perfecto a una ciudadanía excitada.
Que se pone pesado un ciudadano exigiendo justamente sus derechos, pero dando por saco la tranquilidad de un funsionario o funsionaria apoltranado/a,.... pues nada. No nos preocupemos.
Cogemos a la “guapa” pol collar antipulgas, la liberamos del bozal y de la correa que la tiene sujeta a la pata del escritorio, y la lanzamos a morder la entrepielna de la figura hostil que asoma al otro lado del mostrador. ¡Y tan panchos!. Espectáculo salvaje durante algunos instantes, con aullidos salvajes del cliente-ciudadano de fondo y finalmente, vuelta a disfrutar del remanso de paz....
Idem aplicación, pero más drástica, es la utilización del careto de la becaria para acallar a niños tocacojones y asalvajados que acompañan a madres-peleles a nuestro reducto laboral. ¡Insensatas!
Que el nene se pone a gritar, a llorar, en definitiva, a hacer lo que mejor saben desplegar esas sanguijuelas de medio metro,... pues no hay problema, porque dispondremos de dos versiones de acojone, según la intensidad a aplicar sobre el canalla enanín.
1)   En casos moderados de gelipollez de mamás y nenes rebelianos, enseñar una fotografía tipo póster enmarcado, con careto de la Becaria-Taco echando la pota tras una farra noctámbula sin comerse un rosco. ¡Acojona!
2)   En casos de extrema gelipollez del dueto arribado, a los que se quiera generar un trauma psicológico agudo-grave de por vida, mostrar el careto de la Taco, en vivo y en directo. Sácala del cuartito oscuro. Es más terrorífico y efectivo.
Y eso es lo que hay.

.

DALT

INICI