¿Ande colocar a los que llegan para irse más rápido que el Verano?
BUena pregunta, y ahí van las opciones...
La ubicación natural de todo becario resulta ser prototípica y estandarizada: al fondo de la oficina mano derecha, al lado de la fotocopiadora y de la impresora comunitaria, iluminado cual preso por fosforescente con luz tembleque, tipo discoteque, y rodeado de paredes claustrofóbicas, sin ventanita.
Puede que en uno de sus paretos, tenga vistas a un desplegable descolorido, miss conejita Playboy del 71. A fin de cuentas, los becarios también son seres vivos, y tienen sus movidas mentales, y aunque corre el rumor de que no, es que sí: también la bilirrubina y la testosterona fluye por sus venas.
La fotocopiadora y la impresora son máquinas entrañables. NO hay que menospreciar la calidad de estos fieles compañeros de viaje.
En realidad, serán sus únicos amiguetes de referencia a lo largo y ancho de éste, su debut laboral en prácticas.
Ambas son fuentes intensas de calor, estupendísimas para el gélido invierno, y propensoras de acciones streaptees en verano (opcional, pero muy recomendable si tienes grandes globos, para alegrar al personal, ¡¡¡claro que sí, guapísima!!!).
Además emiten radiaciones perjudiciosas a bajo coste. Todo un lujo.
Los amigos radiactivos serán piezas fundamentales en el desarrollo personal y en la consecución de una madurez profesional “claves” para su futuro laboral al final de su becaría.
Al parecer, existen estudios científicos que avalan que las radiaciones de las fotocopiadoras y asimilados, actúan de antiséptico o analgésico o yo qué sé. Total, que acortan la vida, y en todo caso, te la hacen más jodida si cabe.
Las Radiaciones combinadas con dosis de café a chorro, allanarán el camino hacia el stress crónico y la alopecia galopante. ¡Adiós peine!, ¡hola majete!
Por estos y otros argumentillos, los poderes fácticos laborales sitúan allí a los becarios. También por motivos estratégicos y de docencia, porque las funciones y tareas asociadas a esas máquinas, configurarán el grupúsculo de acciones clave del becario. O séase:
1) Alimentar de extractos de árbol troceado (léase y entiéndase, folios en blanco) a ambas deglutidoras “fotocop” e “impresor”.
2) Fotocopiar miles de hojas que van a ser trituradas en cualquier momento de aquí a la eternidad de los tiempos.
3) Y pillar y ordenar todos los folios pintarrajeados que salgan de la impresora y fotocopiadora para darse un garbeo por la oficina. Pa repartirlos, claro.
Al final del periplo becaril, son auténticos expertos fotocopiescos: que si folio normal, apaisado, uso del DINA-4 o A-3, que si el encendido y el apagado, que si la posición de ahorro de energía, que si la bandeja de multicarga, que si ampliación o reducción, que si la intensidad de definición gráfica, que si tal, y pascual,.....
El becario modelo, acabará enfrascado en la resolución de casos complejos que ningún funsionario sabría dar forma jamás. Como ejemplitos, podríamos citar que serán capaces de:
1) Cambiar folios y colocarlos en la cartuchera que toca sin perder, no una mano, sino tan siquiera, un dedo.
2) Saber dónde se atascan los folios, y cómo sacarlos sin mancharse las manos de tinta, y luego toda la cara y el vestido, y etc. Todo el mundo sabe, que es eso lo que efectivamente les pasa a los osados funsionarios cuando lo intentan. Ellos no se lavan nunca las manos en el curro.
3) Son capaces de reconocer por dónde se ponen los cartuchos de tinta, sin desmontar a patadas el aparato, y sin usar las instrucciones carcomidas por insectos prehistóricos, sitos en el departamento desde tiempos inmemoriables.
4) Efectuar fotocopias con definición de tonos, claros u oscuros, sin jugar a “¿qué botoncito toco ahora que no haya tocado ya, xato?”
5) Pulsar el número de teléfono correcto, y a la primera, del técnico experto en resucita “máquinas duplicadoras” (esa gente preparada de verdad, profesionales de la recomposición a piezas de un desastre técnico brutal, orquestado por la neurona perdida de cualquier funsionario megaproductivo).
6) Y otros casos de expediente “X” fotocopieros irresolubles para la mayoría de mortales
Incluso, pocos, pero portentosos becarios, llegan a la depuración, al puntillismo y al estilismo virtuoso, cuando te sorprenden sabiéndote manufacturar una fotocopia a dos caras del D.N.I, ....¡¡¡¡¡en un solo folio, en un único intento y clavándola a la primera!!!.
Tú, amigo funsionario, eras potencialmente consciente que susodicha filigrana fotocopiera, pudiera ser posible en la copistería de la Amparito, la que tiene una hija puta reputa. Sí esa. Pero jamás de los jamases, hubieses imaginado que eso fuera posible lograrlo....¡en tu oficina! ¡en tu oficina de toda la vida, por Dios!.
Así es, amigos. Los milagros existen y se producen a veces. Y no sólo en Lourdes.
En todo caso, y ante el becario, querido funsionario, oculta siempre tus impresiones y sobresaltos, y tu sobrecogedora sorpresa ante sus habilidades fotocopisteras, tan alejadas de tu usual patosidad y ten a mano el típico recurso dialéctico de ”¡¡A cascarla, morenito!!!”.
La consigna clarita:
NI UN PASO ATRÁS ANTE LOS QUE LLEGAN, NI PA COGER CARRERILLA