Ser limpiaora y llamarse Úrsula, Merichell, Raquel, Andrea,… como que no toca. Suena mal. Con ese nombre, como que no se te ve. No se te visualiza con la animosidad, con el garbo que se le presupone a una auténtica limpiaora en el manejo experto de la fregona, el mocho, el cubo la basura, o el trapo pal polvo.... Como que no.
No, no, y no.
Más bien te ubicarías en este mundo cruel, como la niña pija o la administrativa vocacional, presunta secretaria, rotaoficinas que eres (¡si es que no duras ni dos meses en cada curro!). Pero “mochos”, pa ser “mochos” con esos nombres, ¡pos va a ser que no!
Si quieres tener alguna opción de curro como mujer de la limpieza, te tienes que llamar algo así como, la Tamara, la Juani, la Manola, la Pepa, la Maria, o la Paqui. Y siempre con el determinante “la” por delante, que es lo que realmente te da el empaque para ejercer este bendito ofisio. Ejemplo ilustrativote lo dicho, mediante reproducción de conversación entre limpiadoras en relación a otras compañeras:
- Nenaaaaa. Juaniiiii, ¿me ekuchas?
- Siii, Manolaaa, ¿cuá?
- ¿No vino la Tamara?
- No
- Pos mira que le dije al Jacinto, que como encargau que é, que no le paso una más. Ni a éta, ni a la Pepa. Menua é la Pepa. Con eto de surstituila, ma metío má gols que er Etó en toa la Liga. Que no la vuervo a juntá a la Pepa. Ni a la Pepa, ni a la Juani, que son culo y mierda. ¡Tu churu, Juani, tu churo por tos mis mueltos!
Así pues, a ti querida, ¿qué pasa?¿que no te bautizaron con esta ristra de atractivos nombres? Pos una cosa está clara: tus padres, cuando naciste, como que no te vieron madera de gestionar a nivel directivo y autónomo, una fregona. ¡Ni de coña! Lo debieron ver complicau. Demasiada responsabilidad o qué sé yo. Tampoco es tiempo de hablar ahora de los “fregaus” con tus padres, querida. Bien. Primer dato incontestable.
Pero, y lo segundo que también se clarifica, es que donde tú sólo ves un muro infranqueable a tus sueños “mocheros”, uno simplemente ve la solución.
Por tanto, y para dar puerta a este temita del nombre pregonero, digo lo que sigue y me quedo tan amplio:
Si rectificar dicen que es de sabios; si pirarse a la espantá cuando la casa está en llamas es de listillos y avispaus, como el Florentino Pérez; y si ser presidente y llamarse ZP es un seguro para generar todo tipo de merdés por todo el Estau, pero tienes la flor en el pompis y tus deportistas estatales (¿quién dijo país?) ganan en todas las disciplinas y competiciones internacionales, orillando la atención de tus pifiadas para seguir en tu poltrona tan pancho y con la misma cara de sublime Tontolculo, entonces ir al Registro Civil y meter un dribling a tu inadecuado nombre “fóbicomochero”, es el corolario resolutivo a tus problemas.
Pim, pam, solución al kantu. Pasaporte pal mocho.
Por tanto, en este caso va siendo fundamental, ¡de vital importancia!, activarte. Actuar proactivamente. Pasando de la histérica de tu madre, y sus paranoias inmovilistas. Que vaya jugando con tus sentimientos y poniéndote palitos a las ruedas de tu vocación profesioná. Arrieros somos, y por el camino nos encontraremos. Ya darás buena cuenta de ella cuando toque. Cuando haya que meterla pa lasilo. ¡Sus muelas!
Repito: “Change the name”. Riquisito sine quaenon.
Camino correcto. Acción resolutiva du problem.
Si y sólo si quieres ser “la nueva megamochos”, esa es la Puerta de entrada. Aporréala kaskando kaskabeles.
Y NO hay más.