Otro gran colectivo puebla los pasillos, paredes y habitáculos de los edificios públicos. Son las mujeres de la limpieza. Esas grandes damas que tratan que todo se mantenga en un orden de cosas, que permita al resto de funsionario no morir ahogados en sus propios deshechos.
Esta es la gran misión de las de la Limpieza. De sus huestes. Limpiar, limpiar y volver a limpiar. Pero descubrir sus entresijos, es cosa más sutil, y no deja indiferente al rudo observador.
Las limpiadoras tienen sus propias señas de identidad, sus códigos de comportamiento, atesoran amuletos, hablan con su propio estilo y suelen tener nombres muy comunes.
Ese es el extraño pasto que trataremos de pacer. Disfrútenlo.
INDICE "LAS FUNSIMOCHO" | |
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INTRODUCCIÓN: |
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Otro que ha de vení ¿Cuá?... Buá! |
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Siempre he dicho que no te busques problemas donde no los tienes, ni con quien te pueda hundir la vida. Tras este escrito, mi deambular por este mundo puede ser un víacrucis continuado hasta que mis huesos descansen en paz, amén.
Amos allá.
Las mujeres de la limpieza, por presentarlas, son también conocidas como “las fregonas” o “las mochos”, en honor a dos de sus emblemáticos utensilios de campaña.
Las “mocho” constituyen un colectivo potente. Son una de “las fuerzas vivas” de toda organización empresarial. En la Administración Pública, esos galones distintivos de otros grupúsculos, son medallas de mucho peso.
Algunos también las llaman “las Gran Hermano” o las “GH”.Todo lo ven, todo lo saben.
¿Acojona, no? Pos sigamos analizando.
No hay en la Administración grupo más compacto y a la vez más heterogéneo que el de las limpiadoras.
Resulta ser compacto porque, hasta la fecha, el grupo limpiador lo constituyen un 100 por 100, mujeres.
Y es heterogéneo porque entre la gleba limpiadora encontramos una amalgama de diversidad femenina, que raya la hecatombe multicultural de la ONU: rumanas-“nene a cuestas”, gitanas ex-mercadillu, morenas africanas café-olé, sudamericanas café con leche, filipinas-amarillas-Charly vietnamitas, y otras más, oriundas del mundo entero.
Tranquilizando a los nacionalistas, debemos revelar que entre ellas, aún quedan “algunas blanquitas”. Del país. Mayormente procedentes del Casco Antiguo o de las periféricas barriadas de la ciudad.
¡Gran cantera!, ¡Mejor cosecha!
Y al viento una pregunta, por aquello de no cerrar puertas:
Manejando el mocho, ¿sólo puede situarse “un tocho”
que no sabe ni pintar un ocho? ¿es cierto o es pocho?
¡Coooorcho, el tío Paaaaaco!
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