Frecuencia y número de visitas:
Se trata de un proceso inconsciente (a continuación, lo explico) donde las visitas se realizan de forma espaciada, normalmente oscila de 6 a 10 semanas el tiempo entre visitas (dependiendo de la situación y de las circunstancias personales).
El número de visitas varía según la necesidad de cada persona, y la edad es un factor importante (a más edad, llevamos normalmente más “mochila”). Los adultos suelen venir una media de 6 visitas, mientras que los niños y niñas vienen unas 3 o 4 veces. El caso de los bebés, donde se abordan los traumas del parto, normalmente es 1 o 2 visitas. El propio proceso terapéutico está diseñado de forma que, si a una persona no le funciona, no hacemos ya la segunda visita (en este caso, que se da raramente, le propongo otros posibles profesionales y terapias). También se dan casos donde la persona trabaja una parte de sus condicionantes, detiene el proceso un tiempo, y puede seguirlo más adelante. En algunos casos, donde la persona está en un proceso de por sí traumático (divorcios, conflictos laborales, etc.), el tratamiento puede requerir más tiempo de acompañamiento.
Duración de las visitas:
En la primera visita estamos más de dos horas, dado que cuento todos los detalles, hacemos el historial y la visita. El resto de las visitas duran entre tres cuarto y una hora.
Fases de las visitas (presenciales y on-line):
La primera visita, explicado el marco conceptual y el enfoque terapéutico (con gran detalle), y uno como hacemos el historial de la persona, tiene la misma estructura que las siguientes.
En cada visita hay una parte inicial hablada (sentado en sillas en una mesa de despacho) donde se pregunta a la persona por su situación psicológica y fisiológica (se trata de una visión integrada psicológica y física). Seguidamente viene la fase terapéutica, donde la persona se estira en una camilla, pongo una música relajante y puede descansar (normalmente aconsejo cerrar los ojos para mejorar la sensación de relajación; en algunos casos hay personas que llegan a dormirse); esta parte dura entre 15 y 20 minutos, y es aquí donde se realiza el proceso terapéutico que explico a continuación. Una vez terminada la fase terapéutica, la persona vuelve a la silla y le doy el feed-back de lo que se ha trabajado en la visita, así como posibles indicaciones o previsión de posibles cambios en su estado. Por último, tomamos hora para la siguiente visita.
Las visitas pueden realizarse también on-line (durante la pandemia de COVID pudimos contrastar esta forma de trabajo y vimos que los resultados son los mismos). En algunos casos mezclo los dos formatos, como si la persona debe marchar un tiempo fuera. En el formato on-line, por videollamada, respeto las mismas fases que en el presencial. Por este motivo, pido a la persona que pueda estar en un espacio tranquilo, donde se pueda estirar en un sofá o cama (o en un sillón cómodo, si no es posible otra cosa). También la persona se puede poner música durante el rato en que está tumbada (no hace falta que esté mirando la cámara, sólo que pueda escucharme, para poder avisarla cuando haya finalizado la fase terapéutica).
Proceso terapéutico:
Un proceso respetuoso y natural, en el que trabajo a través del “campo electromagnético del cuerpo”. Nuestro campo (o biocampo electromagnético) es el que se mide en un electrocardiograma o electroencefalograma. Todo nuestro cuerpo genera el biocampo y este biocampo se altera cuando la parte química está alterada. Se puede ayudar a equilibrar la parte química equilibrando el biocampo. Ahora la Ciencia también sabe que nuestro biocampo está conectado a diferentes áreas del sistema nervioso central. Podríamos decir, de forma metafórica, que el cerebro puede acceder a todo el cuerpo a través del biocampo, como una especie de Wifi. Esta técnica ayuda al propio organismo a recuperar el equilibrio dándole patrones electromagnéticos, que el cuerpo usará para autoequilibrar las partes alteradas del biocampo que queremos trabajar (los factores inconscientes que explico a continuación en el “Marco conceptual”). Así favorecemos que la parte química que los factores inconscientes alteran recupere el equilibrio. Los factores inconscientes que trabajaremos tienen un reflejo electromagnético (es lo que buscamos reequilibrar) y al mismo tiempo químico. La mente racional no debe trabajar, lo hará el propio sistema de autosanación que nuestro cuerpo tiene. Por eso digo que es un proceso inconsciente.
La herramienta central es la terapia llamada Balance Polar Electromágnético (www.balancepolar.com); combinada con distintos enfoques que he aprendido durante estos años. Estudié Psicología, con un enfoque humanista y sistémico, Medicina Tradicional China y tengo experiencia en regresiones, constelaciones familiares, reiki, etc.
A partir del Balance Polar, doy al cuerpo los patrones o modelos de campo que necesita para autoequilibrarse. Uso unas placas plásticas (de acetato) que generan de forma natural los patrones o modelos. El cuerpo, similar a un ordenador que descarga programas, copiará en el propio campo los modelos que necesita. Entre visita y visita el cuerpo irá corrigiendo los elementos que a continuación explicaré de forma automática e inconsciente. En cada visita revisamos lo que se ha corregido y damos nueva información para que el cuerpo siga haciendo.
Utilizo un testaje basado en la técnica de kinesiología para poder preguntar directamente a las memorias inconscientes lo que hay que hacer. De esta forma el proceso siempre será respetuoso y seguirá el ritmo y las necesidades que la persona tenga (y esto permite trabajar con todas las edades, bebés incluso). El terapeuta no decide qué hacer, dialoga con la sabiduría interna del organismo y le acompaña.
En el proceso presencial utilizo agua mineral como soporte para mantener el tratamiento activo entre visitas. La información electromagnética que doy al cuerpo, la copio en agua mineral, que la persona tomará un par de veces al día (mediante un dosificador de gotas). Si no se toma agua, el tratamiento queda parado a los 2 o 3 días (la información está en el cuerpo copiada durante más de 20 días, pero inactiva). On-line no hacemos el agua, y lo mantenemos mediante otro sistema a distancia. Por tanto, en la visita presencial es necesario que la persona lleve mínimo tres cuartos de litro de agua mineral en envase de plástico o de vidrio (sirve agua filtrada).
Marco conceptual del proceso terapéutico:
Actualmente trabajo dos grandes tipos de información situada en nuestro inconsciente: traumas y memorias limitantes epigenéticas. La hipótesis que utilizo es que estos dos factores son variables que ayudan al desequilibrio orgánico, tanto psicológico como físico (parto de una visión psicosomática, donde el inconsciente es uno de los elementos que rompen la homeostasis orgánica; por tanto, que participan en las enfermedades, junto a otras variables). Esta hipótesis no excluye ningún tratamiento médico ni psicológico, todo lo contrario. Lo que considero es que el inconsciente y los factores que voy a detallar ahora son una variable más. Si la olvidamos, a menudo la persona se mantiene en la enfermedad o le cuesta sanar, a pesar de seguir los tratamientos necesarios a nivel médico global. Aquí no sano a nadie, sólo ayudo a que el propio organismo reequilibre una parte importante, ya menudo olvidada, de nosotros.
Los dos elementos inconscientes citados son:
· Traumas propios. Nuestro cerebro almacena recuerdos traumáticos desde el vientre materno, el parto y el resto de la vida. Hay dos tipos de traumas: situaciones que ponen en peligro la vida (amenaza de muerte y agresión) y situaciones que ponen en peligro el amor (abandono y rechazo). Los traumas son uno de los elementos inconscientes que facilitan desequilibrios, que por acumulación y en el tiempo, participan en la aparición de diversas patologías físicas y psíquicas (junto a otras variables). Incluso un bebé ya puede mostrar respuestas a traumas, como si ha estado a punto de morir en el parto (estrés post-traumático).
· Memorias limitantes epigenéticas. Dentro de este tipo, existen dos subtipos:
o Memorias de traumas familiares, La Ciencia ya ha comprobado que los traumas que sufrimos antes de ser padres o madres ya se pueden traspasar a los hijos. Normalmente recibimos los traumas más graves que han sufrido nuestros ancestros por parte de padre y madre, incluso hasta 4 y 5 generaciones atrás si son muy graves. Esta información se transmite por vía genética, pero se puede “limpiar”.
o Normas de comportamiento pregrabadas en el ADN mitocondrial. Este elemento es nuevo, pocos años lo hemos descubierto (estamos preparando un libro para publicar esta importante información). Todos tenemos el llamado Superego o Superyó que en el inconsciente contiene las normas de comportamiento que rigen nuestra vida. Hasta ahora se pensaba que estas normas sólo eran grabadas a partir de la educación recibida. Ahora sabemos que al mismo tiempo, recibimos todas las normas que regulan toda nuestra vida pregrabadas en el ADN mitocondrial (que sólo es materno). Es decir, nuestras antecesoras nos transmiten lo que podemos hacer o no, y será la culpa el motor de este mecanismo. Por tanto, son normas de obligado cumplimiento. El problema es que algunas normas que recibimos ya no están vigentes (hasta que no pasan 1 o 2 generaciones que una norma no tiene vigencia, no se limpian automáticamente). Si recibimos una norma y no la cumplimos, sentimos culpa y sufrimos, e incluso nos puede generar traumas. Por ejemplo, si recibo una norma que dice que mis hijos pasarán hambre, dado que mis antecesoras la pasaron, yo empezaré a sufrir por el dinero a partir de que soy padre o madre, aunque lo tenga. Es decir, ayudamos a limpiar las normas obsoletas que abarcan todos los aspectos de nuestra vida (como hijos, padres o madres, pareja, amigos, trabajadores, etc.).
Normalmente el orden en que se trabajan estos elementos inconscientes es: primero los traumas propios y después las memorias limitantes epigenéticas. En un adulto, en las primeras dos o tres visitas se trabajan los traumas propios (las memorias de los traumas familiares epigenéticos suelen trabajarse en la última visita donde se trabajan los traumas propios); en el resto de visitas se trabajan las memorias epigenéticas del ADN mitocondrial. Como ya he mencionado, cada persona tiene sus necesidades y su duración y número de visitas puede variar. En los menores, ya he mencionado que la duración es inferior, dado que tienen menos traumas y, al mismo tiempo, no podemos trabajar todas las memorias del ADN mitocondrial (puesto que no están completamente desplegadas hasta la edad adulta). Ésta es una información orientativa.
La primera visita cuesta 80 euros y las siguientes 65. Se puede pagar en efectivo o por transferencia. No trabajo con mutuas. En el caso de que yo tenga que cancelar y no avise con 24 horas de antelación (salvo por casos de fuerza mayor), no cobraré la siguiente visita. En el caso que la persona no acuda o cancele la visita, y no avise con 24 horas de antelación (salvo en casos de fuerza mayor), deberá abonar la igualmente.
Pueden llamar, o pedir hora por WhatsApp o Telegram al número +34 686006887.
Durante las visitas no atiendo llamadas, si envían un mensaje les contactaré lo antes posible.
Las visitas on-line las podemos realizar por diferentes aplicaciones de video (WhatsApp, Telegram, Zoom, etc.).