Masson adoptó enseguida las técnicas del
automatismo, hacia 1923-1924, poco después de conocer a Breton. Hacia 1929 las abandonó para volver a un estilo
cubista. Por su parte Dalí utilizaba más la fijación de imágenes tomadas de los sueños, según Breton, «...abusando de ellas y poniendo en peligro la credibilidad del surrealismo...»; inventó lo que él mismo llamó
método paranoico-crítico, una mezcla entre la técnica de observación de
Leonardo da Vinci por medio de la cual observando una pared se podía ver como surgían formas y técnicas de
frottage; fruto de esta técnica son las obras en las que se ven dos imágenes en una sola configuración.
Óscar Domínguez inventó la
decalcomanía (aplicar
gouache negro sobre un papel el cual se coloca encima de otra hoja sobre la que se ejerce una ligera presión, luego se despegan antes de que se sequen). Además de las técnicas ya mencionadas de la decalcomanía y el
frottage, los surrealistas desarrollaron otros procedimientos que incluyen igualmente el azar: el
raspado, el
fumage y la distribución de
arena sobre el lienzo encolado.
[1]
Miró fue para Breton el más surrealista de todos, por su automatismo psíquico puro. Su surrealismo se desenvuelve entre las primeras obras donde explora sus sueños y fantasías infantiles (
El Campo labrado), las obras donde el automatismo es predominante (
Nacimiento del mundo) y las obras en que desarrolla su lenguaje de signos y formas biomorfas (
Personaje lanzando una piedra).
Arp combina las técnicas de automatismo y las oníricas en la misma obra desarrollando una iconografía de formas orgánicas que se ha dado en llamar
escultura biomórfica, en la que se trata de representar lo orgánico como principio formativo de la realidad.