ÓLEO
ÓLEO
La pintura al óleo utiliza el aceite para disolver los colores. Ha sido la más importante técnica pictórica desde el siglo XV hasta nuestros días.
Debe desecharse la noticia de que fuese Van Eyck su inventor, ya que la utilización de esta técnica era conocida desde la antigüedad, y tanto en las fuentes literarias medievales, como en los tratados del monje Teófilo y de Cennini, se hace alusión a ella.
En realidad, lo que hicieron los pintores flamencos del siglo XV fue aplicarla sistemáticamente, contribuyendo así a su consolidación y su difusión, proceso que se realiza entre el siglo XV y el XVI.
EL LIENZO Y SU IMPRIMACIÓN
EL SOPORTE Y SU IMPRIMACIÓN
El soporte más utilizado con el óleo es la tela o lienzo, aunque también se ha indicado que esta técnica es asimismo válida para pintar sobre pared. Como se verá más adelante, se aplicó también a la tabla, especialmente por la escuela flamenca, pero dado que la tela, como soporte móvil menos pesado, ha permitido el desarrollo y perfeccionamiento de la pintura al óleo, se estudia aquí preferentemente su utilización.
Las telas preferidas para la pintura al óleo han sido las de lino y de cáñamo; el algodón ya presenta una porosidad y sensibilidad higrométrica muy fuertes, y, por su parte, la seda tiende a quebrarse bajo la acción de los aceites. Es muy importante, asimismo. el tipo de tejido de la tela; los venecianos utilizaban los tejidos en espina-pez y los de fuerte granulosidad.
Para proceder a pintar sobre lienzo, hay que disponerlo sobre un bastidor de madera sobre el que se pueda tensar a conveniencia del pintor, para ello este bastidor va dotado de "llaves", es decir, de láminas triangulares que penetran en unas muescas talladas interiormente en los ángulos del bastidor; según se hundan más o menos estas piececillas en sus ranuras el lienzo quedara más o menos tensado.
A continuación, es necesario preparar el lienzo para que reciba la pintura, proceso que se denomina "imprimación". Debe tenerse en cuenta que este proceso es de máxima importancia, puesto que de una buena imprimación depende no solamente la luminosidad del cuadro, sino, en gran parte, la propia duración del mismo, y, en definitiva, la vida de la obra de arte.
Aunque el sistema de imprimación del lienzo utilizado por la escuela veneciana haya llegado hasta la actualidad, hoy día se aconsejan procedimientos algo más complejos, tendentes a obtener los efectos deseados ya expuestos anteriormente.
Siempre se comienza, para proteger el lienzo y eliminar la posible porosidad del mismo, por extender una primera mano de cola (a base de gelatina, de pieles o de caseína), que se corrige o rebaja con amoniaco y glicerina con el fin de evitar la putrefacción de la tela y la rigidez.
Luego se procede a la imprimación propiamente dicha, consistente en aplicar una mezcla de cola dulce, óxido de cinc y carbonato de calcio. Se pueden dar varias capas, bien con el pincel o con la espátula, dejando secar siempre la anterior y rascándola antes de la aplicación de la siguiente. Esta imprimación no debe recubrir el lienzo a modo de placa, ya que entonces no resultaría elástico y se cuartearía. Por el contrario, debe constituir un fondo muy fino.
Cuando se quiere obtener un fondo no absorbente, hay que emplear aislantes a base de barniz, para eliminar la absorción. Se puede hacer mediante una mano muy sutil de cerusa (blanco de plomo) diluido en aceite y esencia, si bien entonces la tela no se puede utilizar hasta su completo secado, que no se consigue hasta pasados vanos meses.
Normalmente, el fondo de la imprimación queda, como se ha descrito en color blanco, puede afirmarse que una imprimación en blanco sienta bien bajo todos los colores. Sin embargo, es posible que al artista le convenga otro color de fondo, por ejemplo el rojo, pero habrá de tener cuidado al elegirlo, calculando los valores y tonos de la pintura que va a realizar. Muchos pintores, como Rubens, han utilizado con maestría la transparencia de la imprimación de color de fondo, que queda reflejada en la propia pintura.
LOS AGLUTINANTES DEL COLOR
LOS AGLUTINANTES DEL COLOR
En la técnica de pintura al óleo se emplean como aglutinantes para la disolución de los colores los aceites grasos, además de esencias (que también ayudan a disolverlos, así como a las resinas) y de resinas (que facilitan el secado de los aceites evitando arrugados y contracciones y dando claridad a los colores).
Entre los aceites grasos vegetales debe destacarse el de linaza, obtenido de las semillas del lino, que es la misma planta que proporciona el hilo para los lienzos; es el aceite más secante. También el aceite de nueces, que se consigue por prensado de nueces maduras, y el de adormidera, prensado de las semillas de adormidera blanca; estos dos últimos tienen la ventaja de que no amarillean con tanta facilidad.
Las esencias no dejan rastro, ya que evaporan absolutamente y proporcionan delgadas películas de color; entre las de origen vegetal destaca la esencia de trementina (destilación del bálsamo de pino), siendo muy apreciada la esencia de trementina de Venecia (obtenida del alerce).
Por ultimo, las resinas pueden ser duras, como el copal y el ámbar, siendo menos indicadas que las blandas, entre las que destacan la almáciga o mastix y la dammar.
APLICACIÓN DE COLORES
APLICACIÓN DE LOS COLORES
El procedimiento pictórico al óleo ha variado considerablemente y puede decirse que de la aplicación de los colores ha dependido en gran parte el resultado artístico en la obra de los grandes maestros de la pintura, cuyos métodos han sido estudiados minuciosamente.
La pintura directa al óleo, o pintura "alla prima", es el procedimiento más abreviado, en el que ya desde un primer momento el pintor trabaja sobre el efecto final del cuadro. Caravaggio, por su poética naturalista, trabajaba así a nivel de preparación, obteniendo casi una pintura acabada y precisa tanto en la forma como en el color, definida en el claroscuro, sombras y reflejos. Esta técnica, si bien exige un gran dominio y una gran experiencia, proporciona una representación inmediata y fresca.
La aplicación del color por capas (al menos, una inferior y otra superior) constituye el procedimiento más antiguo, y se basa en la división del trabajo; en la capa inferior se obtiene especialmente el dibujo (la forma), el modelado con sus luces (el sombreado) y una ligera indicación del color. Esta primera capa se daba incluso al temple en técnicas como las de la pintura flamenca. En la capa superior el artista se entrega directamente a la representación del efecto cromático.
Una de las técnicas más características del óleo es la aplicación del color por veladuras (es decir, pintura por transparencia); se trata de capas tenues y fluidas que van siempre del claro al oscuro. En este sentido hay que entender la frase del Tiziano "svelature, trenta o quaranta! ". Los grandes maestros, como Velázquez o Rembrandt, han sido siempre expertos en esta técnica y en la consecución de sus efectos de luminosidad.
EL BARNIZ FINAL
EL BARNIZ FINAL
Una vez terminada la pintura, y convenientemente secada, como mal necesario se procede a dar una capa de barniz protector.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que el barniz sirve, además de este, para otros usos. En primer lugar, se puede añadir a los colores, que se convierten así en más brillantes y sólidos; también se puede utilizar para separar dos capas de color, impidiendo de esta forma que el aceite de la capa superior pase a la inferior.
Como barniz final, se aplica con pinceladas paralelas en dos o tres pasadas ortogonales sobre la pintura, y debe formar al secarse una película protectora transparente. Hay que evitar los barnices duros y oleaginosos, porque amarillean, se vuelven pardos y además son difíciles de eliminar.