La timidez puede definirse como miedo a la mala evaluación de los demás, lo cual provoca angustia social. Por ello la persona tímida posee un patrón estable de conducta de huida o evitación de las relaciones sociales.
Características:
Baja sociabilidad.
Baja aceptación social :
Se aisla del grupo para autoprotegerse de la ansiedad provocada por el rechazo. Como consecuencia puede recibir rechazo u olvido por parte del grupo.
Miedo a la evaluación negativa incluso de conocidos:
La alta timidez en situaciones familiares es un factor de riesgo para el desarrollo de problemas emocionales.
Inhibición interpersonal:
Estilo de conducta pasivo o inhibido. Utiliza un escudo para protegerse del posible rechazo. Este puede interpretarse como altanería o desprecio a los demás, distancia, frialdad, eludir la mirada, poca expresión de afectividad, poca expresión de valoración al otro, envidia al otro y por ello no envía reforzantes positivos, indecisión, no habla de sí mismo ( ideas, preferencias, experiencias) por lo que no aporta demasiado al otro.
Pero estas conductas defensivas no le hacen sentir bien, sino más bien culpable por ser distante y no mostrarse auténticamente. Al no conseguir sus objetivos la persona se siente frustrada y no orgullosa de sí misma, con baja autoestima, infeliz y ansiosa. Y además porque permite a los demás que decidan por ella, o se aprovechen, porque no defiende sus derechos para evitar ser rechazada y adopta conductas de sumisión esperando que los demás la satisfagan.
El tímido desearía ser querido y querer al otro. Pero hasta que no tiene la confirmación de que no será rechazado no se arriesga.
Cierta timidez en la infancia es normal ya que se dan situaciones nuevas e incertidumbre, luego se acentúa en la adolescencia y va desapareciendo en la edad adulta.
Es muy importante solucionar los casos de timidez grave antes de llegar a la adolescencia para no fracasar en las situaciones típicas de esta etapa: Conocer gente nueva y poder ser selecto, saber decir que no, no apoyarse en substancias dañinas para desinhibirse, sentirse valorado por el grupo, cambios de escuela, exposiciones orales en los estudios, grupos de formación... y que la inhibición no cause el perder a personas valiosas y oportunidades en la vida.
¿Qué hacer?
A la persona tímida hay que enseñarle:
1- A reconocer sus propios sentimientos (enfado por si le rechazan, molestia por el trato o cariño, amistad...) escondidos bajo el huir, la tristeza o el callar.
2- A concienciar los sentimientos en su interior y expresarlos adecuadamente si es oportuno.
3- A ver cómo su actitud está colaborando con el trato que recibe o la imagen que da.
4- A captar que lo que más le gustaría es estar cercano a los demás, eso es aprecio, y lo bien que se siente de poder experimentarlo y más aún si lo expresara. Ese es su verdadero yo, un carácter amigable y sociable, y no el estar encerrado en sí mismo.
5- Como resultado de este continuado trabajo emocional, que no siempre es fácil, se irá fortaleciendo el propio carácter en lugar de seguir usando los antiguos escudos. Podrá así ir superando traumas o inseguridades y acercarse a los demás. Arriesgarse a acercarse aún sintiendo ansiedad.
Pilar Benet Ollé
Psicóloga
Mèdica de Tarragona.
De siempre la familia (familia estructurada) es el mayor elemento de cohesión social y de salud psicológica, por no decir el único. Estas circunstancias se consolidan en el amor familiar y en la educación tanto hogareña como instructiva escolar.
En la función de dicha institución familiar destaco dos componentes básicos. El estímulo a actuar y la respuesta a las actuaciones del hijo.
Es en el clima afectivo familiar en donde las tendencias evolutivas del nacido hallarán el mejor y más adecuado clima para su desarrollo, tanto físico/fisiológico como de equilibrio emocional (el sentirse amado totalmente).
Y el segundo componente se refiere a la respuesta que dan los padres a las actuaciones del niño. Los padres no quedan indiferentes o ajenos a las conductas del niño. El niño en su evolucionar en equilibrio necesita la recompensa a su conducta; respuesta de agrado y aceptación. Pero también le es vital, aunque en momentos pueda ser algo frustrante, la no aceptación, el rechazo, la negativa, a sus tendencias; siempre, evidentemente, dentro de un ambiente de expreso y expresivo cariño. Todo ello favorece y da el equilibrio psíquico y caracterial del hijo, miembro social.
Por la educación familiar el individuo crece psíquicamente sano, si se le encauza a seguir las normas establecidas familiarmente, acordes con la sociedad civil y/o religiosa. Orden, afecto, cariño, represión, frustración, dentro de una atmósfera cálida y afectiva en la que los padres estén con ellos, con su carácter maduro y que el niño sepa (pueda prever) la reacción de los mismos.
El individuo así encauzado se siente integrado en la familia, acepta bien las normas socio-familiares, y se prepara a incardinarse de una manera adecuada en la sociedad, lugar donde tiene que adaptarse y desarrollar todas sus capacidades y potencialidades.
El mecanismo psicológico regulador de su comportamiento y elemento que actuará siempre como guía en su conducta es la introyección de las normas familiares (El Super-ego de Freud). Esta serie de conductas introyectadas operan en el individuo como ideal a realizar y llegado el caso como auto-acusación, culpa y remordimiento. La introyección es troquelaje de múltiples acciones y actitudes familiares.
Los padres desinteresados en el afecto y dedicación a los hijos promueven y troquelan, con su conducta anómala y asocial, pautas de conducta inadaptadas y que desorientan al hijo. Originan, desajustes emocionales y predisposiciones asociales.
Sin la implantación e introyección de estos mecanismos reguladores de la actividad el sujeto tenderá a expresar, sin ningún control por su parte, los caprichos, acciones e impulsos agresivos o de otra clase que le apetezcan. Ahí tenemos un abanico de seres humanos en el que podemos encontrar desde los niños y personas totalmente caprichosas hasta los delincuentes y psicópatas.
La consistencia de la persona depende principalmente de la sociedad
(familia, sociedad civil) en la que está inmerso. Si esta no favorece
el control de los impulsos agresivos del individuo, la cercanía
humana, etc., frente a los demás, obtenemos no solo sujetos
desajustados sino también una sociedad en decadencia (A). Pero también
influyen negativamente, en el edificio de la personalidad, ciertas
posturas, actitudes y creencias de nuestros políticos, dirigentes,
(B).
A.- Los principales rasgos sociales que debilitan el equilibrio del
individuo persona son:
1º.- Recibir en la infancia, época de construcción de la personalidad,
un troquel educacional paterno de inconsistencia de personalidad, una
no-“predictibilidad” de la conducta de los padres y una ausencia
paterna, en el tiempo, del contacto personal. Es lo mismo que tener
padres con bases psicopáticas. Por lo menos, sí podemos decir que
favorecen esta patología
2º.- Recibir una educación pública sin consistencia en valores culturales.
3º.- Recibir cultura y formación pública con “relativización” de los valores.
4º.- Impedir que los formadores puedan ejercer la función de control y
represión de conductas hostiles y agresivas.
5º.- Favorecer la permisividad y la ausencia de excelencia y esfuerzo
en el aprendizaje.
6º.- Socialmente. Ausencia de normas exigibles. Permisividad en las
actuaciones en razón de una supuesta minoría de edad. Ausencia de
represión y castigo en razón de la minoría de edad.
B.- rasgos del poder político que debilitan la consistencia de la sociedad:
1º.- El relativismo ideacional y la necrosis cultural de la sociedad.
2º.- El confundir poder con teocratismo
3º.- El ansia del poder partidista por sobre del bien social
4º.- La imposibilidad de pactos de estado por influencia del partidismo.
5º.- La debilidad de la justicia, ya sea por degeneración, por
relativismo jurisprudencial, ya sea por sumisión al poder ejecutivo,
por traslado al mundo de la justicia bipartidismos irreconciliables y
que estén por sobre de la ley constituida, etc
6º.- Debilidad de la policía, órgano responsable de ejecutar las
sanciones a las órdenes de las leyes, del ejecutivo o de los jueces.
Art.: Antonio Piqué Gelonch
Psicoterapeuta
http://antpique@gmail.com
PAUTAS PARA MEJORAR LA AUTOESTIMA EN LA ADOLESCENCIA:
Pilar Benet
Psicóloga.
Mèdica de Tarragona.
¿Cómo hacer, hablar, aconsejar a nuestros hijos para que crezcan adecuadamente pero sin castigos, ni amenazas ni momentos demasiado tensos?
La autodisciplina es necesaria para poder tener una vida independiente y autosuficiente.
Una persona con autodisciplina llegará a un mayor sentimiento de autorrealización, y ésta es uno de los ingredientes de la felicidad.
Autodisciplina es:
-Autocontrol suficiente para conseguir sus objetivos.
-Es un ejercicio mental de elaboración de normas y criterios propios. Ponerse sus propios límites y respetar los de los demás
-Actuar según esas normas internas propias y no sólo motivado por el control externo de una autoridad (padres, profesores, policía).
-Ver más allá del presente inmediato y esforzarse para conseguir objetivos.
-Esforzarse en renunciar a un placer inmediato para conseguir uno de mayor importancia.
¿Cómo promover autodisciplina en los hijos?
Cuando los hijos presenta un comportamiento destructivo o no positivo para ellos una reacción lógica de los padres es el castigo, las represalias (“pues no sales, te quedas sin este juego”), pero los resultados pueden ser peores porque esto conduce a más rebeldía, ira, distanciamiento emocional y caos familiar. Los padres pueden ser vistos como el enemigo.
Ningún padre quiere esto. Después el esfuerzo del trabajo diario, del cuidado de la familia, de los sacrificios por los hijos, lo que los padres quieren es poder disfrutar de los hijos y vivir en paz.
Es mejor, pues, poder proporcionar a los hijos controles internos para su comportamiento, en lugar de controlarles nosotros. De esta manera aprenderán a tomar decisiones (aunque no siempre adecuadas) y a aceptar las consecuencias naturales de éstas.
Algunas pautas:
1. Establecer normas y límites y lo que se espera de ellos. Unificar criterios entre los padres. Ir guiándoles, dialogar sobre expectativas, futuro, ilusiones.
2. No castigar duramente por no seguir las normas, ello sólo producirá ira y resentimiento. Además sólo aprenderá a evitar a los adultos que los castigan en lugar de sentirse responsable de las consecuencias negativas y poder reflexionar, se enfadan y enfrentan a los padres. Se establece ya una relación enrarecida de la que cuesta salir.
3. El no hacer bien las cosas tendrá consecuencias naturales (si no se estudia se suspende), el dejar que las noten les permitirá enmendar su comportamiento. Podrán así sentir su orgullo y el de sus padres. Darle tiempo para ello.
4. No hay que ser demasiado perfeccionista con los hijos sino que puedan descubrir ellos la realidad. Aceptar que son personas distintas a nosotros y que sus logros hablarán de ellos y no tanto de nosotros. A los niños mayores les molesta que continuamente les díganlo que hay que hace.
5. Según la edad hay que ser rectos pero flexibles, negociar con ellos para que se responsabilicen.
6. Elogiarles frecuentemente y centrarse en lo positivo. Cercanía emocional para que no se instaure un distanciamiento.
7. Confiar en ellos.
8. No hay que salvar a los hijos del fracaso. Recordarles amablemente y con respeto sus metas sin descalificaciones.
9. Dar ejemplo de autodisciplina.
10. Y ante todo disfrutar de lo positivo que tienen los hijos. Eso mueve montañas.
PilarBenet Ollé. Psicóloga
Mèdica de Tarragona
Para consultas al autor: pilarbenet@tarracosalud.com
-Es un trastorno de la fluidez normal y estructuración temporal del habla, que es inapropiada para la edad del sujeto.
-Inicio: entre los 2 y los 7 años. Suele ser insidioso, gradual, y se va convirtiendo en un problema crónico.
-Características:
-frecuentes repeticiones o prolongaciones de sonidos o sílabas
-interjecciones
-fragmentación de palabras
-bloqueo audible o silencioso
-substitución de palabras para evitar palabras problemáticas
-palabras producidas con exceso de tensión física
-repeticiones de palabras monosilábicas
-intefiere en el rendimiento social, laboral
-a menudo es más grave cuando se produce una tensión para hablar (público)
-el tartamudeo suele no producirse durante una lectura oral, cantando o hablando a objetos inanimados o animales
-la persona nota la anticipación ansiosa de su dificultad
-el sujeto intenta evitarlo mediante mecanismos lingüísticos, evitando hablar por teléfono...
-puede acompañarse de ciertos movimientos (tics, apretar fuertemente los puños, movimientos de cabeza)
-la ansiedad exacerba el tartamudeo
-en los adultos puede afectar la elección o progeso laborales
-cuando el niño se hace consciente de su tartamudeo pueden observarse respuestas emocionales
-existencia de un factor genético en su etiología
-Solución:
En lugar de intentar disimular el tartamudeo, vale la pena aceptarlo, renunciar a las estrategias de disimulo para poder empezar una terapia psicológica que ayude a la persona a ser más expresivo emocionalmente en lugar de acumular ansiedad, ya que esta ansiedad es la que aumenta el tartamudeo.
De esta terapia se derivará mejora o resolución del tartamudeo, más autoestima, un carácter más firme y seguro.
Pilar Benet
Psicóloga COPC: 6.283. Mèdica de Tarragona
pilarbenet@tarracosalud.com