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Reserva Masái

Los masáis eran una antigua tribu de feroces guerreros temidos por las etnias vecinas y que hoy son pastores seminómadas distribuidos entre el sur de Kenya y el norte de Tanzania. Según su mitología, el dios Enkai los creó para apacentar todo el ganado del mundo, que creían les pertenecía, lo que era causa de conflictos constantes con los vecinos. Las vacas, cabras y ovejas son su principal riqueza y define su estatus social, de donde extraen la sangre, la leche, la mantequilla y la carne para su alimentación. Tienen una organización social compleja y jerarquizada. Antiguamente los jóvenes debían matar un león para convertirse en guerreros adultos.

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Setiembre 2007. Boma o aldea masái, perdida en medio de la sabana de la zona de conservación del Ngorongoro, donde pueden asentarse, aunque no dentro del cráter.


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Setiembre 2007. Un par de niños pequeños apacentaban algo de escuálido ganado en el secarral.


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Setiembre 2007. Los dos pastores se acercaron a pedirnos dinero a cambio de nuestras fotos. Iban sin protección alguna bajo el tórrido sol del mediodía. En algunos países africanos las ong suministran gafas de sol para evitar las cegueras prematuras. 

 
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Setiembre 2007. Una cerca de espino protege el perímetro del poblado de los animales externos. 


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Setiembre 2007. Una quincena de chozas familiares estaban distribuidas por el recinto alrededor de una plaza central. Un par de acacias espinosas proporcionaban algo de sombra.


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Setiembre 2007. Las cabañas familiares suelen tener unos tres metros de diámetro, construidas con ramas secas clavadas en el suelo y las paredes y el techo rellenos de paja y matorrales.


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Setiembre 2007. Dentro no se puede estar de pie. Es un espacio oscuro y fresco. Hay un rncón con unas piedras para hacer el fuego y cocinar y el resto son dos espacios para dormir, en el suelo, sobre una base de esteras nada mullidas. 


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Setiembre 2007. Preguntamos por el grueso del ganado y nos dijeron que estaba pastando en el campo. Les compramos algunos collares de artesanía de abalorios que confeccionan para los turistas como nosotros. 


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Setiembre 2007. Por una módica cantidad, nuestro guía conductor acordó con el jefe del poblado que nos mostraran algo de su folclore. Las mujeres se agruparon y canturrearon con voz aguda y cadenciosa, mientras los niños tiraban de las ropas de sus madres. 


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Setiembre 2007. Todas las mujeres iban rapadas como los hombres y adornadas con profusión.

 
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Setiembre 2007. Mientras tanto, los hombres canturreaban con voz grave y rítmica, mientras blandían sus bastones en un crescendo lento y magnético. 


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Setiembre 2007. Una pequeña danza escenificada por los hombres, incomprensible para nosotros, mientras levantaban con sus saltos el polvo de suelo reseco. La mayoría iban descalzos, algunos llevaban unas rudimentarias sandalias.


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Setiembre 2007. La conocida danza con la competición de salto vertical con los pies juntos, que acompañada del sonsonete grave y ritmico, rodeados del paisaje, del calor y las moscas, provoca una impresión muy diferente a los documentales que se suelen ven en la televisión. 


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Setiembre 2007. En un extremo del poblado estaba la escuela, una cabaña fresca y aireada donde una veintena larga de niños y niñas repetían a voz en grito las frases en suajili de una pizarra. Los masais tienen su propia lengua, pero los idiomas oficiales en Tanzania son el suajili y el inglés.